La persona que haya sufrido una lesión en el hemisferio derecho y por ende haya desarrollado hemiplejia izquierda, es posible que sufra también de anosognosia, de acuerdo con el tipo de lesión.
Literalmente el término anosognosia o anosognosia significa: falta de percepción de la patología.
Se trata de una manifestación neuropsicológica entre las más extrañas que le sigue a un accidente cerebrovascular, en efecto los pacientes que la padecen se presentan parcialmente o totalmente desconocedores de su propio estado patológico aún frente a evidentes dificultades de movimiento que afectan el lado izquierdo de su cuerpo.
Para los especialistas la anosognosia todavía sigue siendo, bajo determinados aspectos, un mundo a descubrir. En el pasado eran muchos los que atribuían los síntomas del desconocimiento de la enfermedad a un mecanismo de defensa psicológico. En realidad es posible excluir esta hipótesis y orientarnos más bien hacia una definición del problema de la Anosognosia como el resultado de una lesión específica que afecta algunas funciones cognitivas.
El motivo principal lo constituye el hecho de que las lesiones simétricas en el otro hemisferio cerebral no dan origen a este peculiar fenómeno. También las áreas del cerebro atacadas por la lesión, las cuales producirían la anosognosia en el paciente hemipléjico, son fuente de debates y estudios; algunos autores encuentran en las áreas somatosensoriales de la corteza (S1-S2), en la ínsula y sus interconexiones, aquellas zonas que, de ser afectadas por la lesión, producirían síntomas de anosognosia.
De aquí surgen algunas teorías sobre la dinámica patológica de la anosognosia que la consideran como el resultado de la alteración, por parte de nuestro cerebro, de la capacidad de “auto observar” el estado de su cuerpo y de construir un “YO” concreto y atendible; de hecho las áreas somatosensoriales tienen la tarea de elaborar y dar un significado a todas las informaciones de nuestro cuerpo, precisamente al soma, poniendo a riesgo nuestra capacidad de auto monitorearnos.
En la literatura, las anécdotas relativas a las expresiones anosognósicas, son numerosas y quienquiera que maneje la rehabilitación post ACV tendrá en sus propias experiencias, casos de pacientes con anosognosia.
El caso que me causó mayor impresión fue el primero, el Sr. Enne; precisamente porqué tenía conocimientos didácticos de la anosognosia y no prácticos y por eso fue que me tomó literalmente desprevenido. Recuerdo con especial afecto al paciente puesto que me enseñó mucho acerca de la anosognosia.
El caso del Sr. ENNE.
“En el momento en que fuí a acompañar a su propia cama al Sr. Enne, después de la primera sesión de fisioterapia en el hospital, en el traslado de la silla de rueda a su propia cama, empecé a saludarlo diciéndole que nos habríamos vuelto a ver al día siguiente a la misma hora.”
El Sr. Enne con toda tranquilidad y seriedad, e incluso con un gesto de lástima por mí, me dijo que no nos habríamos visto al día siguiente porqué se habría ido. La perentoriedad y la prontitud de su respuesta, me indujo a creer que fuese cierto y que era yo quien no había sido avisado por la administración de ese traslado (en realidad bastante insólito después de un solo día de hospitalización).
Por eso le pedí mayores informaciones y si, por casualidad, había sido destinado a otro hospital, pero la respuesta que me dio el Sr. Enne empezó a encender dudas sobre la veracidad de sus afirmaciones: “No, regreso a mi casa porque tengo que reintegrarme al trabajo”. Así que le pregunté si lo venían a buscar sus familiares…
La respuesta del Sr. Enne eliminó cualquier duda sobre el hecho de que yo había caído completamente en la que viene definida como una confabulación, o sea en la reconstrucción de una realidad paralela generada por mi paciente, y mis preguntas posteriores fueron puras movidas para entender lo más posible los límites de su afección.
La respuesta a mi pregunta fue: “No, tengo el automóvil aquí afuera, en el estacionamiento y me iré solo”. “Discúlpeme, pero, ¿como hace para ir al estacionamiento y manejar el automóvil con todo el lado izquierdo del cuerpo que no logra mover?” “ah sí, en efecto un enfermero hoy me movió la pierna pero de mala manera sin embargo ahora está bien”. Mi interrogatorio fue enseguida interrumpido por el paciente mismo que me pidió sin medios términos que lo dejara descansar porqué se sentía cansado.
El paciente con anosognosia no solamente se muestra indiferente ante su propio estado patológico, sino que frente a las noticias explícitas atinentes a la gravedad de su estado de salud, éstas no vienen acompañadas de angustia sino de respuestas frías, exentas de emociones.
Considero fundamental tratar este argumento en un contexto de rehabilitación post accidente cerebrovascular, en primer lugar para hacer entender a los familiares de los pacientes que sufren de anosognosia que su afección es el resultado inequívoco de una lesión cerebral; no se trata por lo tanto de un comportamiento intencional y consciente.
Considero importante precisarlo porqué es fácil intuir cómo este trastorno pueda alterar los equilibrios relacionales en el seno de la familia. Además es importante tratar el argumento ya que, si hacemos un buen trabajo, el paciente hemipléjico izquierdo y con anosognosia empezará de nuevo a moverse y a caminar: pero si en un contexto en el cual existe una dificultad en percibir una patología y todos sus efectos y nosotros queremos corregir y mejorar sus defectos, nos encontraremos frente a un conflicto de objetivos.
En definitiva, querer proponer la rehabilitación post ACV a un paciente que no considera tener algún trastorno motor-perceptivo y cognitivo, equivale a querer imponer una dieta drástica a un obeso que considera estar notablemente bajo de peso: arriesgamos resultar insistentes y fuera de lugar.
Por este motivo, frente a un cuadro clínico como el del paciente anosognósico, es más que razonable desarrollar una rehabilitación de tipo neurocognitiva, donde cada acto de rehabilitación apunta al mejoramiento de la toma de consciencia de su propio cuerpo, aumentando la justa percepción del mismo y organizando todos los procesos cognitivos necesarios para la adecuada construcción de las informaciones, tanto las que están en el interior de nuestro cuerpo, como las que guardan relación con el ambiente, tales como la atención, la memoria y la planificación del movimiento.
Para agravar el cuadro, ya de por sí complejo como el de un paciente con una parálisis del lado izquierdo del cuerpo y con serias dificultades para elaborar su propio estado de salud, existen a menudo otros trastornos a ser tomados en cuenta según la lesión sufrida. Una afección frecuentemente asociada es el neglect, es decir la dificultad en prestar atención a la parte izquierda del espacio y de su propio cuerpo de la cual hablo de manera más detallada en este artículo.
En los casos más graves en los cuales estos dos cuadros clínicos coinciden, se hacen frecuentes los cuentos del departamento, donde los pacientes hospitalizados llaman a los operadores para manifestarles que algún paciente ha dejado un “brazo” en su cama, tomando y mostrando el brazo, SU brazo, al operador sanitario.
A menudo el déficit de conciencia de la anosognosia viene asociado y comparado a otro gran problema para quien lo padece y para los investigadores que lo estudian: aquél que deriva de las lesiones frontales y prefrontales, que sin embargo ameritan un tratamiento aparte.
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Dr. Valerio Sarmati, CEO de Stroke Therapy Revolution y Director de la Academia Neurocognitive Academi, Profesor de Rehabilitación Neurotraumatologica a la Licenciatura Y Maestria de fisioterapia.