“Despegar” al paciente con ACV de la silla de ruedas

“Despegar” al paciente con ACV de la silla de ruedas

“Despegar” al paciente con ACV de la silla de ruedas 700 467 Stroke Therapy Revolution
"Despegar" al paciente con ACV de la silla de ruedas

“Despegar” al paciente con ACV de la silla de ruedas

El ictus o accidente cerebrovascular es bastante democrático en su curso, me refiero a que todos, en las primeras etapas, comenzamos más o menos desde el mismo punto de partida: completamente acostados en la cama, sin poder mover una parte de nuestro cuerpo.

El control del tronco mientras se está sentado también es una tarea difícil, especialmente sin el apoyo de la espalda.

Los operadores del hospital tratan de lograr lo antes posible la posición de sentado en la silla de ruedas, a menudo cuando todavía no se ha obtenido suficiente control del tronco.

Pero hay algunos signos característicos que nos muestran la insuficiencia del control del tronco del paciente hemipléjico.

El dolor y la intolerancia

Cuando estando saludables nos sentamos, sin darnos cuenta variamos continuamente la carga sobre nuestra base de apoyo. De hecho, si nos mantuviéramos permanentemente en la misma posición, aunque sea por unos minutos, empezaríamos a sentir dolor y malestar.

Tras un ictus o accidente cerebrovascular, en las primeras etapas, cuando el control del tronco es insuficiente, tenemos una movilidad reducida, y por lo tanto no podemos cambiar la carga en nuestra base de apoyo. De ahí la impaciencia que notamos en el paciente en la posición sentada en una silla de ruedas.

Esta intolerancia que manifiesta el paciente se hace aún más dolorosa por los trastornos perceptivos causados por la lesión cerebral. De hecho, puede pasar que no se logre asociar un significado coherente a las información provenientes de nuestro cuerpo y específicamente de la parte del cuerpo afectada por la parálisis.

A veces, nuestro propio organismo, frente a la incoherencia entre las informaciones corporales, convierte “lo sentido” en dolor, precisamente para orientar la atención hacia la naturaleza de la incongruencia informativa.

Si a este fenómeno, que se denomina dolor neuropático, también se suma una situación objetivamente portadora de sensaciones desagradables, el resultado es que la víctima no logra calmarse en la silla de ruedas y con frecuencia pide regresar a la cama.

El apoyo de la extremidad superior “sana”

Hay una actitud característica del paciente en silla de ruedas que nos demuestra su control incompleto del tronco:

Es el uso que hace del brazo opuesto al paralizado como si fuera una “cuña”.

Esta actitud puede ser expresada mediante el apoyo del codo en el brazo de la silla, con el consecuente movimiento de todo el cuerpo sobre el lado sano, o con el brazo extendido descansando sobre la rodilla del mismo lado, como si su brazo apoyado de esta manera reemplazara las funciones faltantes de apoyo y verticalidad del tronco.

Para una lectura más completa de esta actitud debemos tener en cuenta que después de un ACV, perdemos parte de nuestras capacidades de percibir correctamente nuestro cuerpo también en términos de peso. De hecho, muchos pacientes dicen que sienten “una fuerza que los impulsa” hacia el lado con hemiparesia, que a menudo corresponde al peso de una mitad del cuerpo que no logramos percibir, pero que de todas maneras existe y ejerce su tracción y por lo tanto está sujeta a la fuerza de gravedad.

La ampliación de la base de apoyo de los pies

El balance que tenemos, tanto de pie como sentados, también depende de la extensión de la base de apoyo, y ésta, a su vez, está formada también por la posición de los pies.

Mientras más separados estén, mayor será la superficie de proyección del soporte.

Por esta razón, muchas veces observamos que el pie opuesto a la lesión se encuentra dirigido hacia atrás respecto al pié hemipléjico, como formando un cuadrado de una superficie mayor a la que tendría con los pies colocados en paralelo. Cuando nos enfrentamos a este tipo de actitudes podemos deducir con certeza que el control del tronco del paciente todavía no se ha alcanzado, o al menos, todavía no se ha llegado al nivel necesario para justificar ejercicios dirigidos al logro de la posición vertical y, aún menos, al entrenamiento de la caminata.

Está claro que si no hemos recuperado los requisitos necesarios para mantener la posición sentada es difícil pensar en tener una buena posición de pie durante la marcha o caminata.

En estos casos es útil, por lo tanto, tener un mayor impacto con ejercicios dirigidos a la recuperación de las funciones del tronco, no tanto en términos de refuerzo, sino en términos de re-aprendizaje de la capacidad de construir las informaciones necesarias, como por ejemplo aquellas que nos permiten construir nuestra línea media, y por ende, la simetría.

Sin embargo, aunque sea difícil y no siempre cualitativamente aceptable, el ser humano es capaz de moverse de pie, a veces con la ayuda de un bastón y muchas veces incluso sin él, aún cuando éstas funciones todavía no se han recuperado en su totalidad.

El paciente, en este caso, a menudo refiere tener “miedo de caer”, y dificultad para mantener el equilibrio, además de mostrar las características de la “marcha del segador”.

Pero creo que, incluso en estos casos, nunca es tarde para dirigir la atención a la recuperación de la calidad de la marcha, con ejercicios que involucren la recuperación del tronco.

Aunque se le hayan dado a estas partes de nuestro cuerpo nombres claramente dotados de poca movilidad, como “tronco” y “columna”, la espalda es en cambio un órgano altamente refinado, con muchas posibilidades de movimiento. Bastaría con decir que está formada por 33 vértebras mientras que la mano, que es universalmente reconocida como un órgano muy refinado, contiene sólo 27 huesos.

Un órgano que nos pone en condición de realizar movimientos tan refinados, también debe permitirnos efectuar numerosas operaciones, y con ellas, la posibilidad de construir una gran cantidad de información con el entorno.

De ello se desprende que en el tratamiento terapéutico tendremos que incluir el tronco con el mismo cuidado con el que nos dedicamos a la mano, por aquello que el Prof. Perfetti define como la “compensación del tronco.”

El desapego de la silla de ruedas

Aquello que sucedía en las primeras etapas de la recuperación, cuando el paciente pedía ser puesto nuevamente en la cama, es posible que también ocurra en las etapas posteriores, al intentar sentarlo en otras sillas respecto a la silla de ruedas.

De hecho, la silla de ruedas está ideada con el fin de aliviar al paciente del desarrollo autónomo de las funciones del tronco, al tener un respaldo cómodo; e igual en cuanto a la base de soporte y los brazos de la silla, con los que pueden usan sus brazos en sustitución del tronco.

Por este motivo, el paciente preferirá la silla de ruedas a la silla de la cocina.

Este artículo es delicado porque, si es mal entendido, podría producir un efecto contraproducente. Por lo tanto, le pido al lector mucho cuidado en los próximos pasos.

Si, y sólo si estamos trabajando con la rehabilitación con criterio y, por ende, estamos afrontando el problema del ictus o accidente cerebrovascular a través de ejercicios que involucran también los procesos cognitivos del paciente, es oportuno actuar de manera coherente al trabajo realizado también en las horas restantes del día además de aquellas dedicadas a la rehabilitación, desapegando gradualmente al paciente de la silla de ruedas.

Mi sugerencia es ir “colonizando” poco a poco situaciones en las que ayudaremos al paciente a sentarse en una silla normal, para luego pasarnos totalmente y de forma compatible a la recuperación paralela que estamos logrando de la caminata.

Las primeras situaciones plausibles a “colonizar” podrían ser las comidas, o bien, las 3 veces al día en que nos encontramos en la mesa para comer y donde tenemos un apoyo frontal que nos puede dar mayor seguridad.

Después podríamos pasar a otras situaciones cotidianas como estar frente a la computadora o a la televisión.

Mi preocupación en enfatizar que este desapego tiene lugar sólo en virtud de una rehabilitación que enfrente la recuperación tras el ACV con criterio, y en consecuencia, involucrando el problema real posterior al ictus, que es la alteración de los procesos cognitivos, proviene del simple hecho de que si queremos obtener esta supresión progresiva de la silla de ruedas sin ofrecer a nuestro paciente las posibilidades motores adecuadas, bien sea en relación con el control del tronco o de la caminata, solo lo estaremos obligando a vivir más tiempo en situaciones de incomodidad y dolor, sin saber manejar apropiadamente la posición sentado.

También a veces el paciente acostumbra a tener autonomía incluso para movilizarse en casa con la silla de ruedas, cosa que no podría hacer si está sentado en una silla con la necesidad de moverse de una habitación a otra con la ayuda de un familiar, o peor, sólo, con el riesgo de caerse.

Recibe GRATUITAMENTE  un eBook con 10 consejos sobre el ACV y la Recuperación con un PLUS de 4 ejercicios gratuitos con la terapia Neurocognitiva

+ posts

Dr. Valerio Sarmati, CEO de Stroke Therapy Revolution y Director de la Academia Neurocognitive Academi, Profesor de Rehabilitación Neurotraumatologica a la Licenciatura Y Maestria de fisioterapia.

Abrir chat
1
💬 ¿Necesitas ayuda?
Hola, escríbenos para ayudarte con tu consulta